Práctica Mindfulness con un alimento: Comer con Atención Plena.
Mindfulness
se traduce como Conciencia Plena, Atención Plena, Mente Presente,
entre otros, y
hace referencia a prestar atención de carácter reflexivo y no
valorativo; sin emitir juicio, sino presenciando
y percibiendo el presente, sin evaluar ni criticar. Atención de
carácter reflexivo significa atención contemplativa: observar y
vivenciar el aquí y ahora tal como se presenta, sin intentos de
modificar lo que se percibe, sino aceptando lo que hay en el momento
presente.
Las
prácticas de Mindfulness invitan a un momento para dejarse llevar,
un momento de entrega total, un momento de plena presencia, notando
los sentidos mucho más claros.
Muchas
veces nuestro cuerpo está en una actividad, mientras nuestra mente
se va a otro tiempo y a otro lugar. Lo
que normalmente sucede es que estamos
constantemente atendiendo a pensamiento acerca
del pasado o del futuro.
Mindfulness
permite reconocer
lo que está sucediendo mientras está sucediendo,
aceptando activamente la experiencia tal cual se está dando.
Mindfulness es la capacidad humana de poder estar en el presente y de
"recordarnos" estar en el presente, es decir,
constantemente estar volviendo al aquí y ahora.
Hay
muchas maneras de practicar Mindfulness, y no todas son en posición
de loto y centrándonos en la respiración.
Aquí
presento una forma de practicar Mindfulness comiendo un alimento que
les guste: una manzana, una nuez, una pasa, una galleta, un pedazo de
chocolate.
La
idea de esta práctica es invitar a nuestro cuerpo y a nuestra mente
a que estén en el mismo lugar y en el mismo tiempo, en este preciso
instante, y que se mantengan unidos durante la práctica.
Recuerden
que no hay una forma exacta de sentirse al hacer esta práctica, lo
importante es que desarrollen su nivel de atención y observación.
Durante este proceso aparecerán pensamientos continuamente en sus
mentes, no intenten detenerlos. Pueden permitirles aparecer y
dejarlos ir, mientras se encuentran en un estado de atención plena.
Mientras están atentos a sus sensaciones físicas del momento
presente.
Les
voy a dar el ejemplo con una manzana:
Reservate
de cinco a diez minutos en los que puedas estar solo, en un lugar y
en un momento donde no te interrumpan el celular, la familia, nadie,
ni nada. Apagá el celular, o ponelo en modo avión durante estos
minutos que te tome este ejercicio. Necesitás una manzana o unas
cuantas nueces, almendras, pasas de uva, vos elegís. Si podés tener
a mano una lapicera y papel para anotar tus reacciones, también
sería útil. La tarea consiste en comerte la manzana o los frutos
secos de manera consciente.
Leé
las instrucciones que te dejo a continuación, podés releerlas, pero
más importante que cumplir las instrucciones es el espíritu con el
que realices esta práctica. Tomá conciencia de que la idea del
ejercicio es sentir las sensaciones que surgen al comer la fruta y no
pensar en el alimento en sí y para ello hay que hacer uso de los
cinco sentidos.
Pero
primero te recomiendo cerrar los ojos y respirar profundamente. No
intentes forzar la respiración, respirá con normalidad. Centrá tu
atención en la entrada y salida de aire. Si algún pensamiento se
cruza en tu mente, observalo y volvé a centrarte en la respiración.
No te juzgues ni te preocupes si ves que te tu mente se va.
Simplemente, si te descubrís pensando en otra cosa, detectá el
hábito de la mente a distraerse, dejá ir la distracción, y volvé
la atención a tu respiración. Volvé a abrir los ojos.
Más
o menos deberías invertir entre 20 y 30 segundos en cada una de las
siguientes 8 etapas.
Comer
con Conciencia Plena: 8 etapas
1.
Sujetar
Tomá
la manzana (o los frutos secos/pasas de uva). Tenela en tu mano.
Concentrate en ella, observala como si fuera la primera vez que ves
algo así. ¿Sentís el peso en tu mano? ¿Proyecta una sombra sobre
tu palma?
2.
Ver
Tomate
tu tiempo para ver realmente la fruta. Imaginá que nunca habías
visto una. Observala con toda tu atención. Dejá que tus ojos la
exploren. Examiná puntos donde la luz brilla más, los huecos más
oscuros, los pliegues.
3.
Tocar
Mové
la manzana por tus manos, o las frutas secas entre tus dedos. Explorá
la textura. Tocá, sentí el tacto… ¿es suave? Descubrila con
curiosidad… ¿Qué sensación te transmite en las manos?
4.
Oler
Acercate
la fruta/las frutas secas y percibí las sensaciones con cada
inspiración. Prestale atención con el sentido del olfato: ¿Cómo
es el aroma? ¿Huele a algo? Dejá que llene tu consciencia. Y si no
sentís ningún aroma, o si apenas huele, percibí eso también.
El
objetivo es que puedas percibir plenamente la experiencia sensorial,
sin juzgar, observándola con interés, estando presente.
5.
Colocar
Acercate
la fruta a la boca, lentamente, y notá cómo tu mano y tu brazo
saben exactamente dónde tienen que colocarla. Ponela en tu boca con
delicadeza, percibiendo qué hace la lengua para “recibirla”. Sin
masticar, explorá las sensaciones que te aporta el hecho de tener la
fruta/las frutas secas en la lengua. Empezá a explorar gradualmente
el alimento con la lengua, date treinta segundos o más, si lo
preferís.
6.
Masticar
A
continuación, mordé el alimento que hayas elegido conscientemente y
percibí los efectos en la fruta/las frutas y en la boca. Centrate en
los sabores. Sentí la textura cuando los dientes muerden. Continuá
masticando lentamente, pero no tragues todavía. Percibí qué ocurre
en la boca.
7.
Tragar
Comprobá
si detectás la primera intención de tragar en cuanto surja en tu
mente. Experimentá esta intención con plena consciencia antes de
tragar. Notá los movimientos de preparación de la lengua. Comprobá
si sos capaz de seguir las sensaciones que te produce el acto de
tragar el alimento. Centrá ahora toda tu atención en las
sensaciones que llegan desde tus sentidos. ¿Notas la el sabor? ¿Qué
gusto
tiene? ¿Es dulce, ácida? Tratá de percibir si hay una variación
en la intensidad o en la cualidad de los sabores, segundo a segundo…
percibí tus sentidos… momento a momento.
Tomate
unos segundos para notar a cada instante las distintas sensaciones
que provoca en tu sentido gustativo. Masticá despacio… ¿Sentís
la frescura de la fruta? Centra tu conciencia solamente en eso y en
nada más y conectate con las sensaciones.
8.
Efectos posteriores
Finalmente,
parate un momento para notar los efectos posteriores del ejercicio.
¿Persiste el sabor en tu boca? ¿Qué sentís ahora que la fruta ya
no está en tu boca? ¿Sentís el impulso de comer otra?
Anotá
tus sensaciones mientras realizás el ejercicio.
Al
finalizar, podés agradecerte por haberte dado ese momento de cuidado
y bienestar que brinda la práctica de Mindfulness.

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