El tamaño de la Felicidad.

En "Sobre Héroes y Tumbas", Ernesto Sábato escribe:
“Así se da la felicidad. (…) En pedazos, por momentos. Cuando uno es chico espera la gran felicidad enorme. Y a la espera de ese fenómeno se dejan pasar o no se aprecian las pequeñas felicidades, las únicas que existen.”

Mientras se espera aquella gran felicidad enorme, nos perdemos innumerables momentos de alegría.
Somos conscientes de los momentos de angustia, incertidumbre o apatía. Pasamos mucho tiempo preocupados por el futuro o incapaces de olvidar las desgracias del ayer, refunfuñando porque la gran felicidad no llega, mientras ésta se nos presenta constantemente.

Dicen que “lo bueno viene en frasco chico”. Parece que la felicidad también. Quizás son minutos o segundos: una mirada cómplice, una sonrisa compartida, un abrazo sincero. Esas alegrías podrán ser efímeras, pero permanecen en el cuerpo, la sensación no desaparece de la memoria y el recuerdo puede ser eterno, si somos capaces de apreciarlas. Sin embargo, vivimos preocupándonos por lo que pasará mañana o  negados a soltar el rencor sobre hechos pasados. Así, nos perdemos esos instantes que valen una enormidad. Los momentos de fortuna, esos mordiscos de alegría, las pequeñas felicidades.

LAO TSÉ  dice: “Quien no es feliz con poco, no lo será con mucho; quien no aprecia lo pequeño, no podrá ser cuidadoso de lo grande".

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