Piazzolla: La argentinidad en Europa.

Viajamos del otoño porteño hacia el preludio del estío europeo. Paseamos por Roma, Napoli, recorrimos la Costa Amalfitana (Sorrento, Positano, Capri) y hasta surgió una pequeña escapada a París antes de retornar a Roma (que fue el inico de otra historia por la cual volví a Francia tres veces en menos de seis meses). desde donde partía el avión con destino a un Buenos Aires invernal (mi pequeña Europa con habitantes que hablan español, gesticulan como italianos, se visten como franceses y se creen lords ingleses).

Como siempre,la impermanencia, inevitablemente nos enfrentó a la transitoriedad de absolutamente todo, incluso aquellas cosas que no quisiéramos que terminen nunca, como aquel viaje tan placentero,  emocionante, cultural y divertido.

Ese último día fue maravillosamente especial.
Fue extraña e inesperada la liberación de las típicas exigencias que conducen a la ambición de querer abarcar lo máximo posible, de exprimir el tiempo, de evitar perderse de apreciar las millones de bellezas presentes en cada lugar. Éste fue un día de total libertad, espontaneidad y disfrute.

Con mi fiel y mejor compañera de viaje, decretamos no visitar ningún otro lugar señalado por los mapas ni las guías de turismo.
Y vagamos errantes por la ciudad, como cualquier otro día, como en cualquier otra ciudad, divertidas y pizpiretas. 

Las callecitas nos llevaron a cruzar un puente en el cual la brisa del río se sentía liberadora.

Al igual que el viento, sin rumbo fijo, llegamos a un lugar que disfrutamos enteramente felices y en paz. Una bella plaza antigua, con una pequeña fuente en el centro, una mesa sobre los adoquines, un fresco vino blanco y comida deliciosa (prosciutto, mozzarella, aceite de oliva extra virgen de la Toscana).

No planeábamos tanta satisfacción, pero gozamos de un relax extraordinario.
Estábamos tan felices que no podíamos desear nada más.
Pero siempre es posible más. Llegaron los músicos a la plaza y la protagonista ya no era la fuente y su bailes de agua, sino el bandoneón, el violín, el violonchelo, la guitarra y el teclado que comenzaron a tocar virtuosamente.

Para mí fue como un sueño. Cada canción era enormemente especial: desde "Fly me to the moon" hasta mi amado "Brazil...return... I will... to old... Brazil".

Y llegó inesperadamente, sin avisar, poniéndome la piel de gallina.
La composición del erudito Astor Pantaleón Piazzolla: Libertango.
Me estremecí y se piantó un lagrimón.
Me paré inmediatamente a dejar todos los euros que me quedaban en los bolsillos, insuficientes para agradecer esa cereza del postre, ese cigarrillo después de cenar, ese limoncello tan digestivo luego de almorzar. Con la excusa de dejarles insignificantes billetes, me acerqué a deleitar de cerca esa música maravillosa, en vivo. En Italia, orgullosa de mi Argentina. Me sentí Gardel y Le Pera.

"Esa es para mí, eso es de mi país".

Libertango se arraigó en mi alma para siempre, recordándome que la felicidad llega inesperada,cuando menos es buscada, libre y espontánea.

Uno de mis autores favoritos, un orgullo de la música internacional.
Música y buena compañía. ¿Qué más se puede desear?

Hoy, Libertango me representa.



Inevitablemente, siento el tango y la libertad.

La libertad....
Piazzolla quiso revolucionar lo clásico e innovar sobre lo establecido. Creativo, auténtico, virtuoso, valiente. 

Lo fantástico del valor y el coraje de Piazzolla para ser libre es cómo enfrentó aquello que no fue decidido por él: las críticas y resistencias, tildado de anti-argentino, habiéndose ganado el odio de los tangueros ortodoxos, él escogió celebrar la libertad al revolucionar la música argentina y del mundo, y nombró a esta obra "Libertango", dejando claro que llámenlo "de vanguardia", "nuevo" o "revolucionario", su música no sólo es tango, sino un fascinante homenaje al mismo, habiéndolo llevado más allá de todo lo concebido hasta ese entonces.

Habiendo compuesto obras que integran la historia más importante del tango argentino, Piazzolla compuso "Libertango", expresando su amor al tango y a la libertad creativa.

Esta obra es mucho más que tango y libertad, claramente, es imposible de definir, es grandiosa e infinitamente rica.

Es puro arte sublime. No creo que se pueda definir en una sola palabra, ni en un sólo género. Supera toda categorización.

Es Piazzolla.

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