Poesía.

Hace muchos años atrás, yo era muy pequeña, de edad y de tamaño. Una tarde de soledad y aburrimiento, me paré sobre una silla y me estiré para tomar de lo más alto de la biblioteca de mi abuelo un libro muy empolvado. Su título: "Rimas". Así fue como, a los 8 años, comencé a leer a Bécquer. Quizás que mi primer acercamiento a la poesía fuese con uno de los mejores autores del género me suscitó un interés extraordinario que me llevó a buscar otros libros en esa gran biblioteca que siempre amé. 
Leía tanto que un día sentí el deseo de intentar escribir mis propios versos. Me fascinaba la idea de ponerle palabras a la brevedad de la vida, la desdicha de los enamorados, el arte literario, el sufrimiento humano, los sueños ultramundanos, a las experiencias amorosas y temas que grandes como Neruda, Storni, Leopardi o Vallejo expresaban y desarrollaban tan virtuosamente. Vale decir, que mis versos eran cursis, torpes y sumamente ordinarios. Y aunque decidí que escribir poesía no era mi virtud, alguna que otra vez me he divertido jugando a ser Pizarnik o Baudelaire. He aquí una poesía que escribí a los 15 años, y seguramente comenzó a gestarse cuando tenía 8 años, y encontré un libro llamado "Rimas".  



El poeta da vida a los sueños,
los alimenta con utopías,
con sueños que caminan la vida,
sin nada en los pies, caminan.
Expía la imprudencia,
de aquellos que no imaginan.

Toma lo fabuloso
de cada momento de la vida,
sin importar las habladurías,
porque la vida es una mentira,
una simple superchería.
Sin raciocinio, la vida.



                                                         Melissa González Palao, 2002.
                                                               

Comentarios

  1. Es bueno el que puedas explorar y explotar ese don fantastico de expresar poeticamente tus sentimientos y experiencias. Bellisimo

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