Locura genial.

“Hay mucho que quisiera decir, pero no puedo. No lo puedo decir porque no tiene sentido o no será comprendido. En momentos de crisis, a veces uno sabe, pero no se atreve a confesar, ni a sí mismo, el caos mental”.

Hay personas que parecen incomprensibles para otros, que tienen un lenguaje propio o especial.
Estos seres pueden ser encuadrados dentro de la locura.

La palabra “locura” suele tener una connotación negativa, definida como “pérdida o trastorno de las facultades mentales”, ignora la potencial riqueza psíquica de la individualidad fuera de los parámetros de la normalidad.
Durante años se utilizó este término para señalar conductas que se consideraban desviaciones de las reglas sociales, de normas establecidas por la mayoría. En épocas pretéritas, las personas consideradas locas eran rotuladas como encarnaciones diabólicas, seres poseídos por el mal que debían ser castigados por sus pecados, entre otras barrabasadas. Incluso se trataba de perturbadas a las personas simplemente extravagantes.

En la actualidad, toscamente, se llega a homologar lo distinto y original con la enfermedad mental, con trastornos psicóticos.
Hay relación entre genialidad singular y locura patológica, pero popularmente se ligan desde un lugar detractor y de segregación.
Las personas con psicosis presentan una percepción del mundo exterior alterada por completo o totalmente ineficaz. Hay una ruptura o pérdida de contacto con la realidad, un desvío en el juicio de la misma (al decir “la realidad” me refiero a la realidad consensuada).

Muchas personas que padecen psicosis suelen replegarse sobre sí mismas, sin hablar con nadie. Asimismo, pueden sentir que todo lo que acontece tiene que ver con su persona, abundan las autorreferencias. Pero la locura, a diferencia de la psicosis, también es definida como “entusiasmo, interés o sentimiento exagerado o muy intenso”, y si estas emociones profundas no provocan disfunción en la vida de una persona o de su contexto, no comparto la mirada segregacionista hacia personas más apasionadas o con una vehemencia superior a la del promedio de la humanidad ni la asociación al trastorno psicótico.

Sucede que mucha gente sin haber sido diagnosticada como psicótica, pero acusada de “loca”, al sacarse la máscara que inevitablemente domina el rol en la relación con otros, al salir del personaje que la sociedad incita a ser, nos enseña que de cuando en cuando reina una libertad para ser lo que se siente internamente, más allá del “deber ser”. En esos momentos, se expresa la genuinidad más intrínseca, aunque no pueda ser entendida universalmente. Circunstancias en que son los sueños los que gobiernan, domina la sustantividad íntima e intransferible, incluso si desafía la realidad consensuada. Esta modalidad puede ser etiquetada como locura perjudicial.

En “Sobre Héroes y Tumbas”, los personajes mencionan cuando el gran pianista y compositor Brahms debutó ante el público, cuentan que la gente lo silbó, opinando que la humanidad se comportó como una porquería. En base a esto, reflexionan sobre el sinfín de sufrimiento que se ha tenido que sobrellevar para que se hayan compuesto grandes obras maestras. Genios tratados de locos o anormales. Y no sólo grandes genios si no en miles de personas cuyos logros son minimizados por su insignificante rentabilidad.

Esto se relaciona con el hecho de que donde hay talento o capacidad infrecuente, muchas veces hubo dolor o incomprensión en la singularidad de las percepciones subjetivas.

Los célebres también se afligen, los inteligentes no siempre son reconocidos o quizás hasta pueden ser degradados. Almas sensibles que son invalidadas al no responder a las exigencias del ambiente. Idiosincrasias y genialidades mermadas por su cuota de locura. Emociones juzgadas y no aprobadas por su intensidad o por su incumplimiento con los mandatos demandados por la sociedad.

Aún señalados como desviados de la normalidad, del sufrimiento de seres pisoteados por descarriarse de lo previsible, nacen frutos excepcionales y valiosos para la humanidad.

De la "locura", brotan pensamientos sublimes y emociones tan intensas que tienen el potencial de crear originalidades inalienables.

Las etiquetas reduccionistas condenan y deshumanizan mezquinamente. La comprensión piadosa es capaz de apreciar y revelar sublime esplendidez enmascarada tras la locura o irregularidad.

Creo en la compasión y aceptación para aquello que se aleja de lo "normal" y no por eso es menos digno y real. Procuro el esfuerzo en comprender las experiencias privadas de cada individuo sin desestimar ni trivializar la sensibilidad del mundo interno de los demás, teniendo en cuenta su espléndida peculiaridad.

La locura, la coherencia, ese agujero negro que no define claramente la ciencia; mientras se administran Trapax a mansalva, creando una oscura dependencia. Y me pregunté a mi misma: ¿Cuánta coherencia cabe en esta locura?

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